lunes, 13 de enero de 2014
Los cursos de detective privado
Hace años venían en las revistas en papel una especie de cupones que rellenabas para hacer cursos por correspondencia, cursos de las más variopintas materias entre ellas la de detective privado. Siempre me quedé con las ganas de enviar uno de esos cupones que por cierto no necesitaban sello pues se franqueaban en destino, y haber estudiado para ser detective privado, o al menos auxiliar de detective privado. Me gustaban y aún hoy me gustan las películas de detectives como Ironside, Koyak, Colombo, o Mac Cloud creo que se llamaba un detective de Chicago que patrullaba por las calles, montado en un caballo.
Yo soñaba de adolescente eso de poder codearme y ejercer la misma profesión que las Ángeles de Charlie o los Detectives en Madrid, para con unas simples pistas como las que salían en televisión, investigar y pillar a los malhechores con sus propias contradicciones, gracias a mi detectivesca y desbordante intuición. Hacer lo mismo que los citados detectives cuando llegaban a resolver cualquier situación, no quedando convencidos de las explicaciones que daban los implicados.
Ha pasado un par de décadas y sigue siendo una profesión que me apasiona, aunque ahora como hacía antes, prefiero verlo desde la comodidad de mi sofá, mientras los detectives y agentes especiales de The Wire o del NCIS resuelven los más complejos incidentes, en tanto yo doy buena cuenta de unas almendras fritas y unas aceitunas aloreñas, regadas por zumo de cebada bien fría.
Hoy me he dado cuenta tal vez gracias a la edad, que la profesión de detective privado, es para quienes de verdad la sienten.
Y yo, prefiero verlo en lugar de vivirlo.
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